Por Jaime de Althaus, analista político.Con Petro-Perú, el Estado Peruano ha caído en una trampa sin escapatoria: o liquida la empresa, incluyendo la refinería, pero tendría que hacerse cargo de una deuda de más de US$8 mil millones, o capitaliza deuda y extiende líneas de crédito y garantías por alrededor de US$3 mil millones -según una fuente cercana al Gobierno- para salir de la insolvencia y poder operar, con la condición de una reestructuración profunda.El problema de esta segunda opción es que supone seguir condenados a cargar con una empresa peligrosa y, por eso, la única salida aceptable en este caso sería que junto con el aporte de capital y las líneas de crédito se contrate a un Project Management Office (PMO) para reestructurar a Petro-Perú a fin de que sea posible atraer capital privado hasta un 51% del accionariado. Así es como se hizo con Ecopetrol en Colombia, con Petrobras en Brasil y con otras en Asia.(Edición sábado).