Desde su llegada al cuadrilátero minero peruano, Inca One se presentó como un pugilista dispuesto a pelear por las comunidades locales, no solo buscando la extracción de minerales, sino también el desarrollo de las áreas circundantes. Su entrada fue contundente, con operaciones en la Planta Chala y la Planta Kori, y rápidamente se posicionó en la región Arequipa.