Por Miguel Palomino, presidente del Instituto Peruano de Economía.En esta columna solemos hablar de temas económicos, por lo que podría parecer que la criminalidad no es un tema que encaje aquí. Sin embargo, sí que lo es. Los economistas, cuando tratan factores "extraeconómicos", suelen considerarlos como algo dado, difícil de cambiar y, por eso, muchas veces, los ignoran. Pero esta es una simplificación que debemos dejar de lado si realmente queremos entender su efecto sobre la economía.Primero que nada, debe quedar claro que el efecto de la criminalidad sobre la economía es enorme, especialmente cuando el crimen crece y se vuelve más sofisticado. Las decisiones que toman las familias y las empresas son muy distintas. Por ejemplo, hay diferencias en un país con muy baja criminalidad y en uno donde el crimen está fuera de control. ¿Qué decisiones cambian? Prácticamente, todas: cuánto y qué consumir, cuánto y en qué ahorrar, cuánto y en qué invertir, etc.Cuando hablamos de criminalidad, nos referimos a todas las actividades ilícitas, desde el narcotráfico, la trata de personas, la tala ilegal, la minería ilegal, el robo, la extorsión, la corrupción, entre otras. ¿Qué tan grandes son estas actividades? Como son ilegales, solo podemos hacer estimaciones. Así, los cálculos sobre la importancia de alguna actividad criminal (la minería ilegal de oro, por ejemplo) serán una buena aproximación, mientras que, para otras, no serán más que una aproximación. Los resultados varían según el método que se use, pero un estudio reciente de Valdez, Basombrío y Vera calcula que las economías ilegales en el Perú generan aproximadamente 10,000 millones de dólares al año.