El último domingo, el chavismo volvió a recurrir a sus prácticas de siempre para declarar una supuesta victoria de Nicolás Maduro en las elecciones venezolanas que ningún observador serio del proceso certifica. Lo que se vio, por el contrario, fue una operación para manipular el proceso antes, durante y después de que este se celebrara. Solo que esta vez se le vio las costuras como nunca.Antes de entrar a los sucesos del domingo en sí, cabe recordar cómo se llegó a estos. Para comenzar, el chavismo se encargó de vetar a los principales líderes de la oposición con argucias de todo tipo y especialmente a María Corina Machado, que había arrasado en las primarias de este sector político. Machado, sin embargo, no se quedó de brazos cruzados e inició una campaña francamente encomiable para transferirle su respaldo a Edmundo González Urrutia, un académico desconocido en la política y al que el chavismo subestimó erróneamente.