Por Iván Arenas.Días atrás un puñado de congresistas alineados a la izquierda llegó hasta Valle de Tambo para exigir que se liquide de una vez el proyecto Tía María, cuyo valor supera los US$1,400 millones. En la reunión, los congresistas desarrollaron diversos argumentos en contra de la minería moderna, algunos antiguos y otros nuevos, que en conjunto representan la narrativa en contra de la minería nacional. Dentro de estos viejos y nuevos relatos antimineros, estos congresistas decían que "si el pueblo no quiere minería, el pueblo manda". Semejante razonamiento obedece al viejo mito oscurantista de que solo la izquierda se puede representar en el pueblo. En otras palabras: el pueblo es la izquierda. Aquí no vale mayor consideración (técnica o de ingeniería) solo el pueblo, por más que este sea "un pueblo minoritario" o en el abstracto funcionamiento del lenguaje (Laclau).Asimismo, estos congresistas aseguraron que la consulta previa es un papel solo de trámite, a pesar de que este instrumento está enmarcado dentro de las convenciones internacionales (OIT 169) y no es un "papel de trámite" sino el reconocimiento del Estado a los denominados "pueblos originarios". La consulta previa constituye hoy un instrumento singular en la normativa en general y sobre todo minera. Ahora bien, ¿quiénes son más "originarios"? ¿Los descendientes de los antiguos Caral o los de los incas?