No puede disimularlo. No quedan dudas de que le ha dolido. La presidenta se ha picado. Nadie le ha preguntado, pero ella se ha tomado unos segundos de su discurso en uno de los colegios que anda inaugurando para intentar minimizar lo que los peruanos piensan de su gestión. "El desarrollo del Perú no se basa en encuestas", advierte Dina Boluarte, sentenciada por la población con el peor registro de aprobación de un mandatario en este país. La jefa de Estado no se ha aguantado y ha soltado su bronca, su rabia por esta cruda realidad que le toca. No hace mea culpa, solo busca minimizar las encuestas y desacreditar la opinión de los peruanos, un trabajo que sus ministros ya se adelantaron en hacer. El premier, incluso, ha tenido que inventar otro país asegurando que en regiones la aceptación de Boluarte es muchísimo mayor a la que muestran las encuestas; y el titular de Educación ha cantinfleado con ese 5% de popularidad de su jefa, colocándola como potencial candidata presidencial.