Para nadie era un secreto el gusto de Eliane Karp por las joyas, sobre todo por aquellas fabricadas en plata. En cada presentación oficial, la ex primera dama dejó en claro su pasión por las alhajas adquiridas, especialmente, en las joyerías Ilaria y Esther Ventura. Días antes de culminar la gestión de Alejandro Toledo, su esposa abandonó el país y se llevó consigo las joyas que adquirió con dinero del Estado.La Contraloría General de la República habría determinado que, al haberse cargado el costo de las gargantillas y pendientes al Despacho Presidencial, estas pertenecen al Estado peruano, por lo que Karp habría incurrido en un delito al haberse apoderado -irregularmente- de los bienes del país.Los recibos alcanzados al despacho del contralor Genaro Matute no dejan dudas al respecto. Aunque los funcionarios a quienes se les ha requerido una explicación sobre este gasto han referido que se justifica que, en cada presentación, la primera dama luzca un atuendo apropiado, la irregularidad radica en que la joyería debió permanecer en Palacio de Gobierno.