Por Jaime de Althaus, analista político.El inicio de Tía María a finales de año o a comienzos del siguiente tiene un poder simbólico. Ese proyecto focalizó como ningún otro la resistencia ideológica y hasta armada a la inversión minera y a la inversión capitalista en última instancia. Que se ejecute representa el triunfo de la razón y, por lo tanto, de la posibilidad del desarrollo nacional.Porque, qué duda cabe de que el Perú es un país minero y nunca ha sido mejor momento para serlo que este. Resulta que el cobre es el metal clave de la transición energética a fuentes no fósiles. Es decir, a una economía verde. Y la demanda será mucho mayor que la oferta, de modo que tendremos un superciclo de precios altos que puede durar décadas.(Edición sábado).