Una vez más, UPP, PNP y una facción del Apra amenazan con poner en agenda el retorno a la Constitución de 1979 y la modificación de la Carta Magna del 1993. Ayer, por ejemplo, se anunció un nuevo debate al respecto que, finalmente, fue postergado "hasta nueva fecha".La buena noticia en medio de esta vuelta al pasado fue la reanudación del debate constitucional para cumplir con la reforma de la administración de justicia, dentro de una agenda de otras reformas puntuales que deben continuar.Preocupa, sin embargo, ese vaivén antojadizo en el que suelen moverse ciertas decisiones políticas, adoptadas por algunas bancadas, al parecer, por mero afán de protagonismo, para imprimir un sello partidario a las nuevas medidas o sembrar cortinas de humo sabe Dios con qué fines.En cuanto a la reforma total de la Constitución de 1993, llama la atención que se desconozca que sería un extremo, un elemento perturbador para la institucionalidad democrática: implicaría hacer nuevas elecciones para una asamblea constituyente, con los efectos que eso originaría.De otro lado, nada justifica que este Congreso anuncie periódicamente que lanzará por la borda avances sustantivos, como los realizados en materia de reforma de la actual carta política. O desatienda temas pendientes, como el voto voluntario, la renovación por mitades, la segunda vuelta municipal, el retorno a la bicameralidad y la autonomía de los organismos reguladores.