Por Iván Arenas.Días atrás el ya candidato a la Presidencia Antauro Humala, en una conferencia de prensa en la ciudad de Cajamarca, señaló que de llegar a ser electo como primer mandatario "nacionalizará" las "mineras transnacionales" y que su posible gobierno optaría por apoyar a la "minería ilegal, artesanal e informal" que "contaminan menos y dejan más ganancias". Asimismo, auspiciada por diversas organizaciones no gubernamentales extranjeras, la eterna candidata en la izquierda marxista Verónika Mendoza, en unos "talleres" en el sur peruano, señaló directamente a algunas empresas mineras del sector de la minería moderna como las que estarían "contra el pueblo". Además de ello, Verónika incluyó a la minería informal/en vías de formalización como la que estaría también "contra el pueblo" al que dice representar de manera tautológica. Así, ambos, Antauro y Verónika, le han declarado la guerra a la minería nacional. Y cuando digo a la minería nacional es porque es a toda la minería nacional. Se dirá que Antauro -a diferencia de Mendoza- apoyaría a los mineros artesanales e ilegales, no obstante nada tiene que ver el uno con el otro. Es más, llegará un punto que la minería ilegal con sus grupos delincuenciales y criminales pongan en vilo la existencia de los mineros artesanales y en vías de formalización. Lo que en realidad Antauro está desarrollando es una alianza política con la ilegalidad en la minería y deja a los mineros en vías de formalización (el capitalismo popular minero) a merced de las bandas criminales.