Por Mario Saldaña.El nuevo atentado terrorista de ayer contra la minera Poderosa, con el derribo de otra torre de alta tensión ubicada en el distrito de Chugay, provincia de Sánchez Carrión, casi al mes de la destrucción de dos instalaciones similares, debería obligarnos a poner los ojos y la prioridad tanto en lo urgente como en lo importante.Preocupa, para empezar, que este ataque se produzca en medio del estado de emergencia declarado por el Gobierno en la provincia contigua de Pataz.Las bandas criminales de la minería ilegal no van a abandonar las zonas de producción aurífera, teniendo en cuenta los actuales y proyectados niveles de precios. El combate a este flagelo debería demandar una acción concertada entre planes de inteligencia y acciones de represión, y cortar de raíz los focos de corrupción que pueden estar creándose en la policía para permitir la circulación de mercadería ilegal por vía terrestre.