La minería ilegal avanza a paso firme y está ganando la batalla en diferentes puntos del país, pero a nadie parece importarle. La semana pasada y mientras en Lima la noticia estaba centrada en los Rolex y las joyas de la presidenta Dina Boluarte, a 850 kilómetros de distancia de la capital, en la provincia de Pataz (La Libertad) un atentado terrorista dejó el triste saldo de un muerto y dos heridos tras el ataque a dos torres de alta tensión en la minera Poderosa, una de las minas formales que operan en la zona.Se trata de una triste y nueva demostración de que los estados de emergencia decretados por el Gobierno son un "engañamuchachos", una medida buena para nada que ni siquiera ha hecho retroceder un centímetro al crimen organizado y las mafias.