Por Richard Arce.Vi ayer un artículo interesante sobre la cartera de proyectos mineros para este año 2024 que tiene el Estado y definitivamente es el sector emergente y clave para reactivar nuestra economía y tener una alternativa en el horizonte ante tanta crisis política. Pero si de algo adolece este Gobierno es esa visión estratégica, pisando tierra, para que puedan planificar la gestión de Gobierno para el logro de algún tipo de resultado, que hasta hoy es evasivo para sus pretensiones.Por eso la valía de la información que proyecta más de diecinueve mil millones de dólares en inversión en once proyectos mineros. Aunque la mayor parte de ese monto corresponde a la ampliación de dos proyectos mineros que ya se vienen explotando, como son Las Bambas y Antamina, que proyectan las siguientes etapas de su ejecución, pero requieren modificaciones en el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) y sobre todo del aval social, que curiosamente el artículo omite, tal vez intencionalmente, porque es clave la gestión de los conflictos sociales para viabilizar estas inversiones. Entrando al detalle, solo Las Bambas y Antamina representan más del 80% de la inversión expectante que tiene el Estado. Y el dato podría ser hasta engañoso, si ahí consideran que Las Bambas ya hizo una inversión aproximada de diez mil millones de dólares en Fuerabamba, en su primera etapa. Y ahora para este nuevo tajo se proyecta unos cuatro mil millones, en el llamado tajo Chalcobamba, que está en la comunidad de Huancuire, que pertenece al distrito de Coyllurqui, ya no Chalhuahuacho, ambos en Cotabambas, región Apurímac. Si revisan el EIA, pueden corroborar estos datos, en consecuencia, hay una diferencia prudente que se debería aclarar para no generar falsas expectativas y menos vender humo.