Felipe Calderón prestó juramento ayer como nuevo presidente de México en una fugaz y atropellada ceremonia, ante un Congreso tenso y fracturado, y contra todos los pronósticos de que no podría hacerlo por las amenazas de legisladores de izquierda de que boicotarían el acto.El traspaso de poderes había tenido lugar a la medianoche, en un inusual acto realizado en la residencia oficial de Los Pinos, que fue transmitido en vivo a todo el país y al que siguió un mensaje a la nación del presidente Calderón.(Edición sábado).