Por Alejandra Costa, curadora de Economía del Comité de Lectura.La rebaja de la calificación crediticia de Petro-Perú tres peldaños desde BB+ hasta B+ por Fitch Ratings esta semana demuestra que lo más peligroso que se puede hacer respecto a la petrolera estatal es no hacer nada.Por supuesto que aprobar un paquete de rescate financiero de más de US$3.000 millones equivaldría a echarle gasolina y un fósforo prendido a ese dinero, pero la falta de un plan alternativo del Ejecutivo es inconcebible, pues alguien va a tener que pagar las deudas de Petro-Perú -que cuadruplican su patrimonio-: sea la petrolera luego de recuperarse o el Estado Peruano si no logra ponerse a flote. Cualquier otro escenario pondría en riesgo la relativamente buena reputación que aún mantiene el Perú en los mercados internacionales.Hay quienes viven enamorados de la idea de tener una empresa petrolera estatal, pero a ellos habría que explicarles que no podemos exponernos a una rebaja de la calificación crediticia del soberano que incremente los costos de financiamiento para el país y limite el acceso a recursos para la larga lista de urgentes necesidades de los ciudadanos.(Edición sábado).