La presidenta Boluarte ofreció un mensaje de balance de su gestión al cierre del año, pero más que generar esperanza y aplausos con miras a 2024, sembró dudas y temores.La sensación generalizada entre la ciudadanía es que el Ejecutivo no está recogiendo las demandas y los problemas más urgentes de la población. Que desde Palacio se dirige los destinos del país en una suerte de silenciosa catatonia o en piloto automático, como si la realidad actual no exigiera una atención minuciosa para poder superar el pasmo en que el país se encuentra.Un malestar que se expresa de manera reiterada y casi sistemática en las encuestas, donde la inseguridad urbana y la reactivación económica son los temas que mayor angustia generan. Dos frentes en los que poco o nada se ha avanzado. Algo que se puede percibir casi cotidianamente, desde la recesión prolongada que experimentamos y sufrimos los peruanos -desempleo, falta de inversiones, aumento de la pobreza, servicios deteriorados- hasta el incremento de la delincuencia: cada vez es mayor el número de ciudadanos que ha sido víctima o testigo de hechos de violencia en las calles.