En vista de la falta de definición de la nueva mayoría demócrata en ambas cámaras del Legislativo estadounidense, el Gobierno Peruano ha debido aplazar las gestiones hasta el siguiente año para aplicar su estrategia de persuasión en pos de la ratificación del tratado de libre comercio.Hubiese sido de alto riesgo el viaje del comando de siete ministros peruanos al Capitolio y que el presidente Alan García insistiera con su homólogo George W. Bush, en ambos casos con el propósito de gestionar el envío del proyecto del TLC al Congreso estadounidense, cuando debido al movimiento de fichas en el ajedrez político de Washington se ha trastocado la correlación de fuerzas y los demócratas prefieren esperar que termine el período de mayoría republicana antes de actuar.Sin embargo, junto con la respetable posición de los legisladores demócratas, resulta trasnochada la actitud de un ala proteccionista del Partido Demócrata que, vinculada a poderosos sindicatos, se ha convertido en la peor rémora para la ratificación del TLC con el Perú. Por esencia, estos acuerdos comerciales son la mejor expresión de mercado libre que tanto pregona Estados Unidos y de la globalización sin restricciones. Las posiciones estadounidenses cerradas de los últimos tiempos colisionan precisamente con este principio. Con mayor razón, dado el liderazgo mundial de Estados Unidos, que junto con el manejo de sus problemas internos debe construir una agenda internacional de acercamiento con el resto de naciones. Merece una mención especial el decidido esfuerzo y trabajo serio del gobierno del ex presidente Alejandro Toledo y el del actual mandatario Alan García, quienes han liderado el proceso e incluso viajado a Estados Unidos con el fin de acelerarlo. El presidente García ni bien juró al cargo tomó con firmeza la posta del TLC y ahora pone todo su empeño para llegar a la meta a tiempo, aunque tenga que correr hacia marzo del 2007.Después de todo el esfuerzo peruano, de trabajo continuado entre dos gobiernos, el nuevo Legislativo estadounidense debe considerar el valor geopolítico del Perú, junto con Colombia y Ecuador, como una nueva composición política que atender en el complicado vecindario andino.