Por Luis Carranza, economista.En la última reunión anual de ejecutivos CADE 2023, las autoridades desfilaron demandando mayor optimismo por parte de los empresarios. Sin embargo, el problema de fondo de la pérdida de confianza no son razones coyunturales; muy por el contrario, son razones estructurales. Desde 1990 no hemos tenido un periodo tan largo en el que la confianza de los empresarios está consistentemente en terreno negativo; vamos para tres años con fuerte pesimismo empresarial. Por eso, más allá de las necesarias políticas de estímulo de corto plazo, se necesitan verdaderas reformas que faciliten la inversión pública y privada, y aumenten la productividad. Basta de hablar de destrabe cuando lo que tenemos que hacer es simplificar y optimizar al máximo las normas.Las normas son muy necesarias porque existen riesgos de que los individuos abusen de su poder (por ejemplo, impidiendo la competencia con prácticas monopólicas) o que engañen o estafen a la gente que no tiene conocimiento especializado en algunos temas (por eso existe una superintendencia que protege a los ahorristas). Pero el exceso de regulación impone costos muy altos al sector privado que terminan reflejándose en condiciones desfavorables para la inversión privada.(Edición domingo).