Ayer se inició la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE) en Urubamba, Cusco. Como cada año, allí se darán cita, durante tres días, empresarios, autoridades, altos funcionarios y líderes de opinión para reflexionar en torno de los principales retos que enfrenta el país en materia económica. Y vaya que hay muchísimo por hacer en este frente, con cifras que dan pocos motivos para ilusionarse y con proyecciones aún menos auspiciosas.Veamos primero el contexto en el que este evento se llevará a cabo. Hace apenas algunas semanas, el ministro de Economía y Finanzas, Alex Contreras, reconoció que el Perú se halla en recesión (aunque es cierto que desde hacía meses varios expertos ya daban por sentado este escenario), que en el 2022 la pobreza creció en 1,6 puntos porcentuales, y que los pronósticos para este año apuntan a que volverá a incrementarse. Que el hambre se ha convertido en una preocupación para un gran número de peruanos, y que la tasa de empleo adecuado, tal y como advertía el economista Gustavo Yamada en una columna publicada en El Comercio, prácticamente no se ha movido en el último año. Todo esto, por no hablar de las proyecciones de crecimiento del PBI para este año, que el Banco Central de Reserva ha corregido del 2,2% que estimaba en junio, al 0,9% que anunció en setiembre.