Por Jesús Salazar Nishi, presidente de la Sociedad Nacional de Industrias.En los últimos 30 años, el Perú logró estabilidad y crecimiento macroeconómico, apertura comercial e integración a los principales mercados del mundo, respetando los principios de una economía social de mercado. Lo hizo también con la aplicación de políticas sectoriales exitosas a la industria minera y a la agroexportación.Los incentivos tributarios y el marco jurídico promotor de la minería peruana son de los mejores del mundo. Aunque opacado por una mala gestión burocrática, no dejan de ser, sin embargo, una base para atraer inversiones de primer orden. La industria de agroexportación, con cerca de un millón de empleos entre directos e indirectos en nuestra agricultura, es otro ejemplo de políticas sectoriales e incentivos tributarios, junto con la inversión en grandes irrigaciones y los TLC.Luego de este primer impulso de los 90 y primeros años de la década del 2000, el Perú adolece de políticas sectoriales de desarrollo. Se paralizó la inclusión de nuevos sectores a un marco promotor de inversiones y, más bien, se desnaturalizaron los incentivos a la industria agroexportadora, al punto de que empresas peruanas están trasladando sus inversiones a países de la región que han copiado nuestros incentivos de desarrollo. (Edición sábado).