A pesar de la relativa calma de los últimos meses, el país no está cerca de lograr estabilizar el panorama político y darle con ello un piso sólido al gobierno de la presidenta Dina Boluarte. Los recordatorios son esporádicos, pero constantes. Esta semana, por ejemplo, manifestantes nuevamente ocuparon parte del Centro de Lima para exigir la renuncia de la mandataria, el cierre del Congreso y justicia para los fallecidos durante las protestas que siguieron al golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo. Ese mismo día, en Cusco, personas con similar agenda se congregaron en las inmediaciones de la Universidad San Antonio Abad. Ambas marchas fueron pacíficas y sin medidas de fuerza. La historia fue diferente en Puno. En el distrito de Ilave, provincia de El Collao, manifestantes prendieron llantas y colocaron una estructura metálica para impedir el tránsito en el Puente Internacional, con dirección a Bolivia. En la ciudad de Huancané, provincia homónima de Puno, los protestantes bloquearon el acceso al puente Ramis. Los grupos que coordinan estas acciones anunciaron que continuarán las protestas en las siguientes semanas. Además del pedido de renuncia de la presidenta y del titular del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, el pliego de reclamos incluía el archivo de las denuncias en contra de los más de 30 dirigentes procesados a consecuencia de las manifestaciones de inicios de año. (Edición domingo)