Los cambios realizados por la presidenta Boluarte en los sectores de Educación, Trabajo, Transportes, Justicia, Agricultura y Producción dejan un sabor extraño en la ciudadanía. Ni de chicha ni de limonada. Cambalaches y defenestraciones que más parecen cambios para seguir igual, como en El Gatopardo, pues no parecen aportar nada en los giros políticos más urgentes para el Perú en estos momentos.En el caso Educación, resulta groseramente obvio. La ministra saliente se la había jugado en defensa de la meritocracia y había adelantado que el Ejecutivo iría hasta el Tribunal Constitucional para impugnar la ley que, por insistencia, aprobó el Pleno para hacer ingresar automáticamente a más de 14 mil docentes que no lograron pasar las pruebas de calificación profesional dispuestas por el Minedu.