Lima tiene muchos rostros. Es una metrópoli caótica y moderna, pero también provinciana, con casi 7 millones de habitantes. Su espacio urbano ha escapado a los planes de zonificación y ha caído en un ritmo de crecimiento desordenado y de marcada tugurización de sus servicios públicos. Arrastra problemas que existen en otras capitales del mundo, pero que aquí afectan a todos los segmentos, especialmente a los más pobres.Enfrentar la crisis de la metrópoli es el reto de los nuevos alcaldes. De acuerdo con el nuevo mapa político reconfigurado tras las elecciones del domingo, están hoy en condiciones de trabajar más juntos que nunca mediante acuerdos interdistritales y bajo la batuta de un motivador concejo metropolitano, con el que comparten la misma identidad política: Unidad Nacional.En esta perspectiva de gobierno integral, el alcalde Luis Castañeda tiene en sus manos la enorme responsabilidad y la posibilidad de convertirse en un articulador eficaz de sus propias políticas y de las iniciativas del resto de burgomaestres.La voluntad popular, expresada el domingo en las urnas, ha creado condiciones para que la Municipalidad de Lima se abra al resto de distritos y se convierta en ese interlocutor válido que se necesita para resolver los problemas de manera conjunta. Apoya esta posicion el hecho de que Castañeda es presidente de la Región Lima.Las ventajas comparativas de un gobierno metropolitano coordinado son múltiples para atacar principalmente la inseguridad ciudadana, la crisis del transporte, el caos del desarrollo urbano y la municipalización gradual de la educación.En el plano de la seguridad, por ejemplo, el reto es la municipalización de la policía. En lugar de conformarse solo con instalar cámaras de vigilancia en todos los distritos, los burgomaestres podrían diseñar un proyecto para asumir progresivamente y en concordancia con sus potencialidades la responsabilidad de la seguridad vecinal.Como señalamos en nuestras Propuestas para una Agenda de Gobierno 2006, de lo que se trata es que la seguridad ciudadana vecinal quede fundamentalmente en manos de las municipalidades y que la Policía Nacional del Perú asuma la seguridad nacional, como es su papel.En el primer caso, se unificarían el serenazgo y una fuerza policial asignada a los gobiernos locales, para que velen por el control del tránsito, el resguardo de lugares públicos, la vigilancia ecológica, entre otros temas de alcance vecinal.En cambio, la PNP seguiría al frente de la lucha contra la criminalidad, el control en el caso de alteraciones del orden público, las labores de inteligencia, la guerra permanente contra el terrorismo, el narcotráfico, el contrabando y la piratería.Castañeda se ha comprometido a escuchar las buenas iniciativas. Pues bien, bajo su liderazgo se podría transformar el transporte y hacer que funcione como una suerte de nodos interconectados, a semejanza de otras capitales del mundo. Esto no contradice proyectos en marcha, como la Estación Central, el Tren Eléctrico o la ampliación de vías troncales. Pero el crecimiento de Lima demanda una visión diferente del tránsito urbano, que termine con los feudos distritales y permita la interconexión real de todas las comunas.En cuanto a la municipalización de la educación el reto es igualmente enorme. Deberá trabajarse contra el tiempo para que tenga éxito.