PBI. Los efectos de la política económica no son inmediatos. Dependiendo de su magnitud y alcance, tardan en manifestarse en indicadores como la inversión privada, el PBI o la recaudación tributaria. Lo mismo ocurre con la paralización o el cambio de dirección del manejo macroeconómico, aunque su impacto es más inmediato sobre la confianza y decisiones de gasto de empresas y familias. Y si a estos factores se suman la inestabilidad política y social, más los desórdenes atmosféricos, tendremos un periodo como el que vivió la economía peruana durante el primer semestre de este año: el PBI se redujo 0.45%. ¿A quién atribuir este resultado? En gran parte, es responsabilidad del régimen de Pedro Castillo, pues la confianza de empresas y familias se deterioró con la impericia del mandatario y de la gran mayoría de sus ocho decenas de ministros -en menos de 17 meses-, su hostigamiento al sector privado, las interminables denuncias de corrupción y la nula atención a debilidades estructurales. La política económica solo existía en el papel y en los infructuosos esfuerzos del MEF por hacer que el resto de ministerios la apliquen con eficacia.