Por Pablo de la Flor. Privilegiado con una rica dotación de minerales, el Perú goza de condiciones inmejorables para aprovechar las grandes oportunidades que supone la transición energética en el mundo. Se trata de un hito transformador, que, de mediar las políticas correctas, podría impulsar el crecimiento acelerado y desarrollo de nuestro país, generando bienestar y empleos de calidad en las regiones más pobres y distantes. La adopción de energías limpias ya viene traduciéndose en un incremento exponencial en la demanda de los metales requeridos para la fabricación de vehículos eléctricos, turbinas, parques eólicos, líneas de transmisión inteligentes, y demás infraestructura que el mundo necesita para frenar el calentamiento global. (Edición sábado)