DESCALABRO DE LOS PARTIDOS
20 de noviembre de 2006

La elección de ayer fue un nuevo hito en la profundización de la severa y antigua crisis del sistema de partidos políticos en el país, lo cual constituye una expresión más del hecho que el Perú sea la nación latinoamericana con el nivel más bajo de satisfacción con el funcionamiento de la democracia.Los principales partidos fueron literalmente barridos y reducidos a una escasa presencia a nivel nacional. El Apra perdió en el otrora 'sólido norte', Ollanta Humala prácticamente desapareció en el sur, Unidad Nacional no existe más allá de Lima y el fujimorismo brilló por su ausencia en el podio de los triunfadores de la jornada, mientras alrededor de dos tercios de las presidencias regionales y un gran número de alcaldías provinciales fueron ganadas por un conjunto variopinto de nuevos movimientos locales inconexos entre sí.APRA. El partido del gobierno registró ayer un descalabro electoral de proporciones, que resulta especialmente contundente en su antiguo bastión norteño. En la Alcaldía de Trujillo -la cuna del aprismo- sufrió una derrota histórica que podría tener una consecuencia histérica.Pero, en general, si se lo compara con la elección regional del año 2002, lo sucedido ayer es un desastre mayúsculo, que resulta especialmente relevante por ocurrir a menos de seis meses de la elección en la que Alan García ganó la Presidencia. Estamos ante un desgaste prematuro o, también, ante la confirmación de que este ganó la elección de junio pasado con votos prestados gracias al temor que Ollanta Humala producía en varios sectores.Los apristas cometerían un grave error de interpretación si pretendieran arrimarle la factura de la derrota exclusivamente a su secretario general, Mauricio Mulder, pues lo único que conseguirían sería barnizar una madera partidaria que está apolillada y que necesita una reestructuración a fondo con el fin de convertirse en una agrupación política moderna y con la capacidad de enganchar con las demandas de la población, ofreciéndole propuestas atractivas para solucionar sus problemas.PARTIDO NACIONALISTA. La comparación en este caso debe ser con el desempeño electoral de Ollanta Humala en la elección presidencial y parlamentaria de este año. Así las cosas, de ese no tan antiguo esplendor ya no queda ni una flor. Hace poco, la expectativa era que este sector ganara varias presidencias regionales y municipios relevantes que le otorgaran la fuerza suficiente para convertirse en el opositor principal al gobierno. Pero más allá de la alcaldía provincial de Arequipa, es muy poco lo que logró.Ollanta Humala está pagando el costo de no haber estructurado un partido político que mínimamente merezca este nombre, el cual está fracturado por la severa dificultad que él mismo exhibe para construir un liderazgo que convoque sobre la base de una propuesta que no suene anacrónica e hipotecada a lo que decida Caracas.Al paso que va, tiende a diluir el capital político que ganó en la última elección y que derrocha con arrogancia injustificada. Él se encuentra en el camino del 'ya fue', pero el riesgo es que el voto de protesta de ese amplio sector de la población que se siente frustrada, y que él supo canalizar hace pocos meses, sigue ahí, buscando alternativas que cambian de rostro en cada elección, tal como volvió a ocurrir ayer.UNIDAD NACIONAL. Su ámbito sigue siendo limeño y ni siquiera sustentado en una propuesta articulada, sino en base al prestigio individual de personas que no se sienten parte de una agrupación política cohesionada. Es, simplemente, el trampolín para trayectorias personales en el futuro.Esto le ha permitido ganar varias alcaldías distritales en la capital y el muy notorio municipio provincial de Lima Metropolitana con Luis Castañeda, quien es la mejor expresión de una agrupación desarticulada y que se encuentra camino a la extinción. Porque habría que ser muy ingenuo para pensar que su reelección es un triunfo de Unidad Nacional. Es un éxito individual suyo y de Solidaridad Nacional, la cual tiene juego propio e independiente de los socios de esta alianza, a quienes no da cuenta y con los que no coordina un futuro compartido.De paso, la reelección de Castañeda es consecuencia de una gestión llena de obras, pero que ha escamoteado los grandes problemas de la ciudad -como el transporte público y la seguridad ciudadana-; así como de la ausencia de competidores que supieran plantear una buena campaña; y de la falta de una atención cuidadosa a su gestión municipal durante los últimos años. A manera de autocrítica, este diario se compromete a realizar, durante su segundo mandato, un seguimiento mucho más acucioso de su desempeño respecto a los principales problemas metropolitanos.LOS OTROS. El resto de agrupaciones tuvo un fracaso más sonoro. Desde el fujimorismo, que ayer sencillamente no la vio, hasta partidos como Acción Popular o Somos Perú, que ayer confirmaron la senda decreciente que experimentan desde hace tiempo, o la izquierda desaparecida y cuyos integrantes se van matricula