La orden emitida por la jueza del 35° Juzgado Penal de Lima, Mercedes Gómez, al director del diario Expreso para que se abstenga de publicar cualquier noticia o reportaje periodístico relacionados con el ex ministro Diego García Sayán, en el marco de la querella interpuesta por este por el supuesto delito de difamación, constituye, por donde se la vea, un atentado inaceptable a la libertad de expresión y debe ser, por tanto, condenada y rechazada sin dudarlo.Como ha hecho notar el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), esta decisión judicial contraviene el artículo 2, inciso 4 de la Constitución, donde se afirma que "toda persona tiene derecho a las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento (...) sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos, bajo las responsabilidades de ley".Asimismo, el Consejo de la Prensa Peruana ha recordado que el segundo párrafo del artículo 317 del Código de Procedimientos Penales era la norma que otorgaba esta facultad a los jueces penales. Sin embargo, esta fue derogada en 1997. La decisión de la jueza Gómez es, pues, abiertamente ilegal.En este contexto, ha hecho bien García Sayán en solicitar a la justicia que, en uso de sus atribuciones, considere la variación de la medida dispuesta que limita la libertad de expresión.Por ello, la Corte Superior de Lima -que verá el caso en apelación- no debería dudar en anular esta orden absurda, cuya aceptación establecería un precedente nefasto contra la libertad de expresión en el país.Esto no significa, sin embargo, limitar el legítimo derecho de los ciudadanos para -como García Sayán en este caso- recurrir a la justicia cuando consideran que un medio de comunicación ha afectado injustamente su honor y reputación.Un medio debe ser responsable ante la justicia -pero principalmente ante su público- por sus decisiones periodísticas, pero nunca debe dejar de ser libre de informar y de expresar sus opiniones. Incluso en los casos en que se recurre a la difamación sistemática respondiendo a intereses subalternos y oscuros, señala el director de Perú 21, Augusto Álvarez Rodrich.