A fines de junio, Robert Friedland, el ampuloso fundador y copresidente ejecutivo de la minera canadiense Ivanhoe, alertó que el mundo corría el riesgo de un "descarrilamiento", pues una crisis de suministro de cobre entorpecería la transición a energías limpias. Este metal es usado en todo, desde la manufactura de cables hasta la de turbinas eólicas -y legislación verde en Estados Unidos, Asia y Europa pronto exigirá más de esos productos-. En respuesta, el precio del cobre, señaló Friedland, podría elevarse diez veces.Sin embargo, en estos momentos, el tren no está descarrilado sino que avanza tranquilo y contento. Tras haber tocado un techo de US$ 10,700 por TM en marzo del año pasado, los precios del cobre en la Bolsa de Metales de Londres han caído alrededor de 10% desde enero, a US$ 8,300 por TM. Los precios spot permanecen a la par o están más altos que las cotizaciones para entrega a tres meses, lo que indica que los inversionistas no esperan que reboten dentro de poco.