Un estado de alerta y extrema vigilancia debiera generar la advertencia realizada sobre las actividades de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorio peruano. Si bien el tema ha sido denunciado desde hace cinco años, esta vez el aviso proviene de una fuente oficial de alto nivel, como es el ministro de Defensa de Colombia, Juan Santos, quien expresó su preocupación por esta delicada situación.Al mismo tiempo hay que recordar que hace dos semanas el titular de Defensa peruano, Allan Wagner , descartó que las FARC mantuvieran actividad militar en territorio nacional. Además, se encargó de poner paños fríos a la inquietud surgida por las expresiones que inicialmente hiciera el presidente de la Región Loreto, Robinson Rivadeneyra, quien señaló que en la cuenca del río Napo, en la parte peruana, la guerrilla de las FARC recluta a peruanos para que se dediquen a la siembra de hoja de coca. Allí al menos hay dos posiciones distintas --la del ministro y la del presidente regional-- y por la seguridad del país conviene esclarecerla, y, dado el caso, resolverlo antes de que se torne incontrolable.El Comercio, en febrero del 2002, constató en el lugar cómo la guerrilla cruzaba a suelo peruano e incluso el entonces jefe del bloque sur de las FARC, 'Tiberio', confirmó aquella revelación. La otra amenaza que pende como espada de Damocles sobre los pobladores de las áreas fronterizas con Colombia es la paulatina constitución y afirmación en suelo peruano de un corredor logístico que usan las bases de las FARC, una vez que cruzan el Río Putumayo. Esto se agrava ante la ausencia de Estado en tales poblados debido a la ineficiencia de las instituciones nacionales. Frente al vacío de control territorial, las FARC ingresan con facilidad y en vista de su poder económico --pues mantiene una vieja alianza con el narcotráfico-- generan una ficticia prosperidad comercial en los lugares que visitan.El drama es que si descuidamos este punto cada vez se consolida este pernicioso vínculo. Por ello, el Gobierno debe atender cualquier indicio o foco de peligro a lo largo de los 800 kilómetros de frontera. En ese sentido, hay que saludar el encuentro que sostendrían el próximo 25 Wagner y su par colombiano para analizar la situación del Alto Putumayo, y realizar una visita conjunta a la zona.