La orfandad política del gobierno de la presidenta Dina Boluarte es inmensa. Con baja popularidad, un Congreso que es más tolerante por conveniencia propia con el Ejecutivo que por aspiraciones reformistas y una pesada mochila por el pésimo manejo de las protestas sociales de inicios de año, su posición política se encuentra entre las más débiles de los presidentes de la región.A esta precariedad política, además, se podría sumar la económica. Si bien la inflación viene cediendo poco a poco, las expectativas de crecimiento se deterioran mes a mes. En mayo del año pasado, por ejemplo, el consenso de analistas y del sistema financiero esperaba una expansión del PBI de cerca de 2,6% durante el 2023, según la encuesta de expectativas del Banco Central de Reserva del Perú (BCR). En la encuesta más reciente de mayo de este año, la proyección del mismo grupo es de 1,9% para el 2023. El propio BCR, de hecho, presentó el viernes pasado sus estimados de crecimiento con una revisión a la baja del PBI de este año: de 2,6% a 2,2%. (Edición domingo).