Todo indica que el mapa político regional sufrirá otra vez grandes y radicales cambios en las elecciones del domingo. La pregunta que gira en el ambiente es si los futuros presidentes regionales están listos para enfrentar las acuciantes demandas de sus poblaciones; graves requerimientos que distan mucho de los que padecen los centros urbanos.Muchos candidatos, especialmente aquellos con mayores opciones de triunfo, deberían prepararse desde ya a solucionar problemas que van más allá de la inseguridad o la contaminación ambiental. Sucede que lo que los votantes esperan --como ha informado nuestro Diario-- que las cabezas regionales actúen con autoridad y decisión frente al desempleo, la corrupción y la pobreza.La responsabilidad es, pues, enorme. Confronta a los futuros presidentes a no prometer lo que no van a poder cumplir, y también a los electores a tomar conciencia de la importancia del sufragio y de la fiscalización de sus elegidos.Es la segunda vez que los peruanos elegirán a estas autoridades autónomas, responsables de impulsar el desarrollo de las 25 regiones. Por ello, debe prevalecer el voto racional, aprender de la experiencia y optar por aquel que pueda supervisar, evaluar y controlar la gestión administrativa de la región; procurar normas que regulen los servicios regionales; planificar políticas y proyectos a favor del desarrollo de cada jurisdicción, administrar bien los recursos disponibles y promover las inversiones. Pero además, y tal vez lo más importante, es que los próximos presidentes regionales sean capaces de trabajar codo a codo con el Gobierno Central, para sacar a sus departamentos del ancestral abandono.