Olía a dinero, o más bien, a reales (la actual moneda brasileña), y el presidente peruano, Alan García, desplegó todas sus dotes de orador para --como se suele decir hoy en día-- 'vender Perú'.La conocida labia presidencial --salpicada con argumentos convincentes y matices de humor-- arrancó generosos aplausos y las risas de más de un centenar de empresarios de Sao Paulo, el llamado centro financiero de Brasil, asociados en la poderosa Fiesp, la Federación de las Industrias del Estado de Sao Paulo, que es el equivalente a la Confiep peruana. ¿Qué ofreció el presidente García? Sobre todo que a las inversiones brasileñas en el Perú, no les pasará lo mismo que le ocurrió en Bolivia a la empresa brasileña estatal de petróleo, Petrobras, a la que el presidente boliviano, Evo Morales, nacionalizó sus recursos, con el auspicio y aval del Gobierno de Venezuela. "Nadie les va a cerrar el caño ni les quitará el gas. Es un territorio seguro, estable, que crece, y, fundamentalmente, es un territorio amigo del Brasil que jamás va a traicionar al Brasil", dijo García. El presidente peruano presentó a los empresarios reunidos un abanico de posibilidades de inversión rentable en el Perú, pero incidió en los beneficios que les traerá apostar por la construcción de centrales hidroeléctricas como una manera de evitar su dependencia del gas boliviano o del venezolano, que les llegaría tras la construcción del gasoducto del sur.(Edición sábado).