Modelos. En abril del año pasado, Bolivia se convirtió en importadora neta de combustibles, es decir, compraba del exterior más (en gasolina y diésel) de lo que vendía (gas natural).Según la consultora Gas Energy Latin America, citada por BBC News, a noviembre, el déficit comercial energético boliviano sumaba US$ 1,100 millones, monto que contrasta con superávits entre US$ 2,000 millones y US$ 4,000 millones de hace diez años.Las autoridades atribuyeron el encarecimiento de la gasolina y el diésel a la crisis energética ocasionada por la guerra en Ucrania, en otras palabras, a la absurda decisión tomada por Vladimir Putin, el dictador ruso, de invadir un país independiente (y democrático).Pero lo que esa conflagración ocasionó en Bolivia va más allá: puso en evidencia las debilidades y riesgos de un modelo económico basado en el control estatal de recursos naturales, del gas sobre todo, que al inicio generaron ingresos para ejecutar gasto social -en transferencias directas e infraestructura básica- sin que se tuviera en cuenta principios básicos de la administración pública como el equilibrio fiscal. También se implantó el tipo de cambio fijo.