Uno de los fines angulares para la privatización de los lotes petroleros fue el incremento de reservas y producción existentes mediante la inversión privada y el flujo de capitales hacia yacimientos que, en su mejor momento, rindieron 187.000 barriles por día (bpd) a nivel nacional. Nada de eso ha ocurrido treinta años después, y en el caso de Talara, próxima a ser revertida al Estado, la producción se ha estancado a costa de magras inversiones que solo han servido para drenar hasta la última gota de crudo.Desde entonces, los resultados de la producción nacional no han sido para nada alentadores. Se bajó de un promedio de 115.000 bpd en 1992 hasta los 40.538 bpd que reportó Perupetro en 2022, por un abanico de factores: reposición de reservas, conflictividad, falta de confianza para inversiones, etc.