Como ya estoy hasta las narices de este absurdo debate sobre las ONG, que demuestra qué tan histéricos y catastrofistas nos podemos poner por temas inocuos (¡por Dios, solamente les están pidiendo que se registren, que digan a qué destinan la plata y que no hagan nada en contra del orden público! Chillan cual gorrinos ante el matadero como si les hubieran metido un cangrejo en los calzoncillos, cuando el maestro colegial sólo le está pidiendo que se corten un poco el pelo), me voy a dedicar a lo vital. La crítica generalizada a García es que es cortoplacista y reactivo. Que es como aquel capitán que lleva bien el timón para evitar accidentes y que sabe improvisar buenos chistes para entretener a los pasajeros, pero que no tiene la menor idea de adónde está llevando al barco. El navío tiene por el momento bastante combustible y provisiones y la mar está serena, pero más de la mitad de la tripulación la pasa cruda y mucho desesperado se tira al agua para subirse a otras embarcaciones más prósperas y hacer cualquier trabajo allí. Además, el capitán encalló -por terco, necio e ideologizado- al navío de manera espantosa tiempo atrás y ahora todo indica que quiere hacer las cosas bien. Y si no lo hace, se le amotinan. Y si precisamente desea dejar un buen recuerdo, entonces tiene que hacerle un overhauling a la nave. Eso se llama "Reforma del Estado" y se estuvo a punto de hacer en 1996, pero Olivera se puso a aullar que iban a despedir a miles y se canceló todo. ¿Cómo hacerlo? Bueno, si algo he aprendido de reestructuraciones en las que participé es que NINGUN ente se reforma solo o desde adentro. La resistencia al cambio es feroz desde los capazotes que medran del statu quo, mientras que el resto se queda pasivo observando, por miedo al despido o porque más fácil es simplemente cobrar. Solamente se dan reformas si: 1) Las dirige un agente externo capaz. 2) Se ha diseñado un buen plan de cambio y 3) Tanto el agente como el plan cuentan con TODO el apoyo político.Si el capitán me preguntase cómo hacer esto, pues le diría que se contrate a la mejor consultora mundial posible -sin escatimar gastos- y que la apoye en sus iniciativas con la misma mano de hierro con la que Thatcher reestructuró Inglaterra y la sacó de la tremenda decadencia en la que estaba en 1979, al extremo que tuvieron que acudir a un programa de ayuda del FMI (leer el pasado informe especial de The Economist sobre Francia: allí están ahora igualitos a la Inglaterra de los 70). Sólo contrataría a McKinsey’s (mi favorita), A.T. Kearney, Bain o BCG (de lo que he visto, en primera línea, Booz Allen Hamilton y Monitor son muy "lights"). Hay que imitar a la hiper-reformista Nueva Zelanda si queremos pasar a Chile en cinco años, señala el director de Correo, Aldo Mariategui.