En su mayoría, los ciudadanos no tienen una idea exacta de cuáles son las tareas y responsabilidades de los congresistas. Pueden haber escuchado centenares de veces que sus deberes fundamentales son legislar, fiscalizar y representar, pero eso, al parecer, no les dice mucho. O, por lo menos, no consigue eclipsar la noción imperante entre los votantes de que ellos eligen a esos representantes para que tramiten sus demandas ante el Ejecutivo y aprueben "leyes que favorezcan al pueblo" (una fórmula que frecuentemente expresa la aspiración de que se aboquen a la concesión de beneficios sectoriales). A pesar de lo fundamental que resulta para la vida republicana, la función de contrapeso frente a los gobiernos de turno suele ser mal comprendida y confundida fácilmente con "obstruccionismo", aun en países con una larga trayectoria democrática. De ahí la baja aprobación que los Legislativos tienen también en esos lugares del mundo.