En relaciones internacionales, los papelones no se olvidan con facilidad. Más bien, suelen dañar la imagen del país transgresor por mucho tiempo, aun cuando ahí soplen nuevos vientos políticos. Así, la antidemocrática y absurda reacción de las naciones que -de un modo u otro- se alinearon con el golpe de Estado del expresidente Pedro Castillo y la narrativa que lo acompaña será una mancha que perseguirá a sus cancillerías por años.Posiblemente, el caso más bochornoso sea el del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). En su última perorata diaria, indicó que fue "una gran injusticia el haber destituido (a Castillo) de su cargo porque él fue electo por el pueblo, además los conservadores del Perú violaron la Constitución y son una minoría". "He visto encuestas en donde la "presidenta espuria" tiene el 15% de aceptación, el 85% la desaprueba", agregó con desfachatez.(Edición domingo).