Cada cuatro años, cuando las nuevas autoridades asumen los gobiernos regionales y locales, la inversión pública cae. A pesar de las dos décadas transcurridas desde el inicio del proceso de descentralización -mal diseñado y peor implementado-, todavía se llama a esos años "de aprendizaje", porque gobernadores y alcaldes necesitan tiempo para conocer los procedimientos administrativos.Incluso en años que no son de aprendizaje, todavía padecemos de ineficiencias. Las cifras del 2022 lo evidencian. Pese a que fue el último año de funciones de las autoridades subnacionales que asumieron el 2019, los gobiernos regionales no invirtieron el 37% de lo asignado, y los municipios el 33%. Se trata de porcentajes de incumplimiento recurrentes. Y eso que volvió a ocurrir el "milagro" de diciembre: la inversión pública registró un aumento asombroso, superior en más de 2.5 veces al promedio de los once meses previos, aunque solo fue una movida contable y no ejecución propiamente dicha. Otra curiosidad es que se considera como "gasto de capital" los S/ 4,000 millones que el MEF transfirió a Petroperú para sacarla del hoyo.