Si se analizan los diversos factores que tendrán un impacto en el desarrollo nacional, nos podemos quedar con la sensación de que hemos perdido como país una oportunidad histórica. A pesar de la diversificación productiva lograda en los últimos años, debemos reconocer que el Perú es un país minero. Y ser conscientes que el momento histórico de baja oferta, alta demanda y buenos precios por nuestros minerales parece que no se repetirá en el corto ni en el mediano plazo.¿Qué pasará con la minería este 2023? El panorama está lleno de retos. A mediados de octubre, el Fondo Monetario Internacional ajustó la tasa de proyección de crecimiento de la economía global a 2.7% para el 2022; y añadió que, en 2023, se frenaría más de lo esperado, con un alto riesgo de recesión en las principales economías.EE.UU., la Eurozona y China se desaceleran, mostrando cifras históricamente altas de inflación y de crecimientos mínimos, que generan menores precios de los metales, lo cual se traduce en menores ingresos en dólares para el Perú y menor crecimiento económico.Si agregamos que la inversión privada, que es el otro motor de crecimiento de la economia nacional, será nula este 2022 y alcanzará magramente el 2% en 2023 (según el BCR), estamos frente a un contexto realmente complejo.La minería sigue siendo la principal fuente de ingresos del país. Representa cerca del 10% del PBI y más del 20% del aporte al fisco nacional, constituyendo más del 60% de nuestras exportaciones totales. Además, asume un rol en la formalización laboral: genera más de 250 mil puestos de empleos directos y más de 1 millón de puestos de trabajo indirectos, señala Luis Rivera, Past presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú.