LOS MÁS PERJUDICADOS
15 de enero de 2023

Al margen de la discusión sobre los motivos y los responsables, para cualquier país es sumamente triste perder vidas en una confrontación. El daño es irreparable, y el costo para los seres queridos, incalculable. Por eso, cualquier esfuerzo de control del orden interno debe buscar siempre minimizar el daño físico y, sobre todo, las fatalidades.Pero solo una visión maniquea y manipuladora puede pretender ignorar que también existen otros costos que las protestas de estas semanas imponen al resto de la sociedad peruana. Es perfectamente posible, de un lado, lamentar las muertes y demandar que sus circunstancias se esclarezcan y, del otro, señalar que los derechos al trabajo y al libre tránsito no pueden ser impunemente cercenados por turbas violentas en un Estado de derecho.(Edición domingo).