Si nos atenemos a la "plataforma de lucha" de este 4 de enero, todos los puntos persiguen objetivos sobre los cuales no hay cómo negociar o instalar una mesa de diálogo. La agenda es netamente política: desestabilizar al gobierno imponiendo el caos y el vandalismo en las calles.Quienes organizan y azuzan las movilizaciones son justamente aquellos que han perdido el poder del que gozaban con Pedro Castillo instalado en Palacio, los que están detrás de oscuros intereses y poderes fácticos, como la minería ilegal, las mafias detrás de los grandes proyectos mineros del sur del país o el narcotráfico. Y, cómo no, grupos radicales de izquierda que confluyen con algunos exconvictos de Sendero Luminoso, hoy libres en las calles, buscando lo mismo que perseguían décadas atrás. Es decir, sembrar la violencia, generar inseguridad en la población y así deslegitimar nuestra democracia, mejor si con cadáveres de por medio para poder culpar a las Fuerzas Armadas y policiales que tienen el deber de defender el Estado de derecho.