La reacción que ha provocado el golpe de Estado encabezado por el ahora expresidente Pedro Castillo en ciertos sectores es inaudita. A las pretensiones de hacer pasar como solo "un decir" las órdenes que dictó para que se cerrase el Congreso, se interviniese a la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, y se "reorganizara" el sistema de justicia, y a los intentos de presentar lo ocurrido como producto de una conspiración (con intoxicación química del frustrado tirano incluida), se ha sumado en los últimos días una escalada de desmanes en diversos lugares del territorio nacional, promovida por quienes nunca creyeron en el orden constitucional y quieren ahora imponer a través de la violencia lo que no pudieron conseguir por los medios lícitos que reconoce el sistema democrático.