Los achuares de hoy son los hijos de una selva que fue virgen ayer, hace treinta y seis años, cuando las empresas petroleras iniciaron la progresiva explotación de los suelos de las cuencas de los ríos Pastaza, Corrientes y Tigre, próximas a Ecuador. Son, en su mayoría, gente joven, que tiene bajo sus pies la vida y la muerte.Según su cosmovisión, el agua es fuente de vida, por eso sus antepasados formaron comunidades desperdigadas en cuencas amazónicas. Sin embargo, los achuares de hoy creen que el agua trae muerte. Los peces escasean en los ríos y ahora toman agua contaminada, con veneno, dicen. Culpan de ello a las compañías petroleras, Pluspetrol hoy, Occidental Petroleum Co. (OXY) ayer, pero su mundo empezó a trastocarse muchos años atrás. El Estado no ha tenido mayor presencia en la zona, por lo que los achuares se muestran recelosos a las promesas. Lo sabe el viceministro de Energía y Minas, Pedro Gamio, uno de los representantes del Estado durante el diálogo con los indígenas. "He percibido una desconfianza muy grande, consecuencia del abandono de muchos años. Ha sido difícil hacerles entender que ahora sí vamos a preocuparnos por ellos", reflexiona. Durante las conversaciones con los achuares, agrupados en la Federación de Comunidades Nativas del Río Corrientes (Feconaco), el viceministro fue amenazado por los indígenas en reiteradas ocasiones, pues persistió en hacerles comprender que los acuerdos debían beneficiar también a las poblaciones que no forman parte de Feconaco. Hay hasta cuatro federaciones de achuares, cada una con demandas particulares. Tampoco pudo hacerles entender que próximamente deberán someter a consulta popular el contrato de exploración de dos nuevas concesiones petroleras suscritas por el Estado.(Edición domingo).