Desde este lunes entró en vigor el embargo a todas las importaciones de petróleo ruso transportadas por barco a la Unión Europea y la prohibición de transportar el suministro vendido a terceros países a un precio superior a los US$60 por barril, acordado por las potencias del G7. Pactado por los jefes de Estado y de Gobierno en mayo, el veto recoge una excepción para Hungría, que podrá abastecerse del óleo que le llega por gasoducto gracias a la letra pequeña que el primer ministro Viktor Orbán condicionó.