Hay una caricatura que se hace normalmente del economista liberal: "es uno que no quiere que haya Estado", se dice desde la otra orilla. O que quiere un Estado debilitado, amputado. Pero la verdad es que es todo lo contrario. Cada vez, a lo largo del mundo, es más claro que sin un Estado fuerte que garantice la provisión de servicios básicos de calidad, que otorgue predictibilidad y reglas claras, que promueva la competencia, entre otras funciones, no hay desarrollo posible.Por eso, es difícil pensar en el desarrollo sostenido del Perú sin una mejora del servicio civil. Y, por eso, uno de los legados más problemáticos de la actual administración será la erosión en capital humano que han sufrido determinados ministerios y otras instancias públicas. Buena parte del personal que salió, algunos con décadas de experiencia, ya no volverá. Esa es una pérdida irreparable y que no necesariamente se resolverá con un cambio de gobierno, señala Diego Macera, gerente general del Instituto Peruano de Economía (IPE).