Nos seguimos asombrando ante las cifras que indican que somos uno de los países con mayor inseguridad alimentaria en la región. Altos niveles de inseguridad alimentaria no parecen posibles en un país que, a pesar de todo, crece -poco, pero crece-, cuyo mercado laboral se viene recuperando -aunque con mayores niveles de informalidad- que es un importante productor de alimentos. Asimismo, no se entiende cómo un país con tan altos niveles de inseguridad alimentaria -que afecta a casi la mitad de la población- no enfrente estallidos sociales exigiendo ayuda ante tan compleja situación. (Edición domingo)