El intenso debate que ha generado la aplicación del Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) ha hecho resurgir las propuestas de racionalizar y mejorar la calidad del gasto público, algo en lo que se han comprometido muchos gobiernos y gabinetes ministeriales, pero en la práctica hasta el momento no se ha hecho nada.Es más, para Jacques Rodrich, congresista de las filas de Perú Posible, la calidad del gasto público ha empeorado con el correr de los años.No solo se enfrenta el problema de que gran parte del gasto corriente del Estado se destina al pago de sueldos y salarios, a ello se suman otros gastos significativos como los bonos de productividad, dietas, viáticos, gastos de representación y otros a favor de altos funcionarios.Respecto a los bonos de productividad, cuyo objetivo es premiar la maximización de los rendimientos laborales, sostiene que estos han degenerado en una especie de incremento indirecto de remuneraciones de altos funcionarios.Incluso, agrega, se han encontrado situaciones de empresas públicas que, según sus estados de pérdidas y ganancias, registran pérdidas, pero entregan este beneficio a sus funcionarios.