Después de casi 20 años desde que empezó a producir Camisea, solo Lima y Callao e, incipientemente, algunas otras ciudades de la costa acceden a este importante recurso. Consecuentemente, algunos analistas y muchos políticos afirman que la política de "masificación del gas" ha sido un fracaso. Los analistas aducen problemas en el diseño de la política y falta de recursos fiscales para subsidiar la infraestructura que, por razones de mercado, no es rentable desarrollar para los agentes privados.Sin embargo, es importante recordar que, en la actualidad, la electricidad generada por las centrales termoeléctricas que se abastecen del gas de Camisea representa más del 50% del consumo nacional de electricidad en los meses de estiaje (junio a noviembre). Así, en los últimos años, todos los peruanos -en Lima y en todas las ciudades y poblados que están interconectados al sistema eléctrico- nos hemos beneficiado con el gas de Camisea, pues todos hemos accedido a una energía mucho más barata de la que hubiésemos tenido sin Camisea. La demanda interna todavía no es suficiente para explotar plenamente el gas del Lote 88 (destinado exclusivamente al consumo local). Por ello, el Consorcio de Camisea se ve obligado a reinyectar el 25% del gas que extrae. Esto es un proceso oneroso que reduce sus utilidades y, por lo tanto, los impuestos que recauda el Estado. Podríamos decir que el Estado peruano financia el 30% del costo de la reinyección del gas y lo hace con el objetivo de "disminuir la producción hoy para guardar gas para mañana", señala el economista Carlos Paredes, docente de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental.