Voceros del alcalde metropolitano, Luis Castañeda, han abierto la posibilidad de su participación en un debate electoral, siempre que este sea organizado y convocado por una entidad independiente, como Transparencia.Al margen de las condiciones de imparcialidad en la dirección y moderación del debate, que nos parecen legítimas, lo cierto es que los candidatos al sillón municipal tienen que confrontar sus propuestas a la luz de las prioridades y necesidades apremiantes de una población que ya bordea los 8 millones de habitantes.Más allá de las marchas y contramarchas en la elección de fechas y escenarios, debe primar el beneficio de un electorado que reconoce la obra de Castañeda, pero que a su vez quiere saber qué hay más allá de ella y cuáles son las alternativas de los demás candidatos, como Lay Sun, Jiménez y Costa. Los cheques en blanco no funcionan. Lo que los votantes quieren saber es qué hará el futuro alcalde , electo o reelecto, frente a la delincuencia, el pandillaje, la falta de limpieza pública y el caótico transporte capitalino, para citar solo los principales problemas.La capital ha sido testigo de debates memorables, unos más lúcidos que otros. La mayoría, sin embargo, marcó un punto de quiebre en las decisiones de los electores y fue una valiosa opción para que los candidatos fundamentaran las salidas técnicas mediante las cuales pretendían administrar Lima. ¿Por qué rehuir entonces esta tribuna abierta que tiene que ir más allá de la retórica?Esperemos que Castañeda, con enormes posibilidades en las elecciones de noviembre y quien ya demostró lo que es capaz de hacer, debata con sus pares sobre el futuro de Lima. Los ciudadanos sin duda lo apreciarán.