VIDA PRIVADA E INTERÉS PÚBLICO
23 de octubre de 2006

En las últimas semanas se han destapado abundantes noticias sobre serios problemas de corrupción en el interior de las Fuerzas Armadas, desde la carretera a Cabana, la compra de raciones malogradas hasta el robo del fondo de pensiones.En la mayoría de estos hechos no se está discutiendo la existencia del delito -el cual parece bastante evidente-, sino las responsabilidades específicas de las personas que los habrían perpetrado.No se trata de situaciones recientes, sino de problemas que se han producido durante el Gobierno previo y que ponen de manifiesto la antigua carencia de sistemas de control adecuados para asegurar el buen uso de los recursos públicos.Lo que se está revelando sobre el ámbito militar es algo que, lamentablemente, ocurre en muchas otras instancias del sector público. Es lo sucedido, por ejemplo, en el Poder Judicial, en que el caso reciente del vocal supremo encontrado infraganti cuando recibía una coima permitió poner en la agenda nacional el problema de la falta de honestidad que con frecuencia se identifica en la administración de la justicia, pero que al cabo de unas pocas semanas ha vuelto a perder relevancia en la atención ciudadana y, también, de los medios.Ciertamente la corrupción en muchos ámbitos del sector público es una realidad que no se puede encarar mediante simples declaraciones o el seguimiento de los casos específicos que explotan, sino que requieren de una aproximación menos voluntarista y más organizada para mejorar los sistemas de control, sancionar con rigor los delitos que se identifiquen y comprometer en general a la sociedad con una cruzada en contra de la corrupción.El Gobierno ha hecho bien al lanzar mensajes dirigidos a la promoción de la austeridad en el uso de los recursos públicos, así como al respeto de la autoridad al ciudadano.Sin embargo, se requiere ir más allá de eso para atacar frontalmente a la corrupción, un mal antiguo en el Perú, que, sin duda, le roba al país los recursos que se requieren para reducir drásticamente la pobreza y contribuir a la creación de un país más digno, señala el director de Perú 21, Augusto Álvarez Rodrich.